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La migración
francesa
Al igual que otras
potencias colonialistas, mercantiles y marítimas europeas los franceses
iniciaron en el siglo XVII una carrera por el control y dominio del comercio
trasatlántico, esto, por supuesto, significaba arrebatarle una porción de
territorio a los imperios que se habían establecido con anterioridad en el
vasto continente americano, especialmente España e Inglaterra. A partir de allí
se llevó a cabo un proceso de asentamiento, muchas veces de forma ilegal, en los
territorios indios de frontera poco poblados y poco explorados por los europeos.
Los franceses iniciaron
su etapa colonizadora en Norteamérica, cuando en el actual Canadá,
establecieron las colonias de Quebec y Acadie. Posteriormente buscaron
expandirse por el delta del río Misisipi fundando algunas ciudades enclaves: Detroit,
Dubuque, Saint Louis, Nueva Orleans, Baton Rouge, Des Moines y Louisville,
entre otras.
Paralelo a esto
los filibusteros franceses desde el siglo XVII comenzaron a hacer presencia en
el Caribe en islas como la Isla Tortuga y se fueron asentando al occidente de
la isla La Española. A finales de 1697 con el Tratado de Ryswick los galos
lograron hacerse con el reconocimiento internacional de la parte occidental de
la isla, posesión que fue llamada Saint-Domingue. Esta fue una prospera colonia
por casi un siglo hasta que en 1793 tuvo lugar el levantamiento por la
independencia para formar la república llamada Haití.
En Suramérica se
establecieron algunos núcleos de franceses que finalmente terminaron siendo
reconocidos como colonias, es el caso de Guyana y otras más que no prosperaron
durante los siglos XVII y XVIII, sobre todo porque fueron expulsados por los
ejércitos vecinos español y portugués.
A parte de la
colonización e inmigración ilegal existió otra legal, tolerada por las
autoridades españolas, que hizo que existieran pequeños enclaves franceses
asentados en esta región. Por ejemplo, en el virreinato de Nueva España la
presencia de franceses y extranjeros era significativa durante el siglo XVIII y
estaba encabezada principalmente por comerciantes y personas que ejercían
oficios útiles y algunos otros que se habían convertido en súbditos del rey
español.
En las costas de Tierra
Firme los franceses y extranjeros también se habían asentado en sus principales
puertos y ciudades del interior, es el caso de Cartagena, pues como principal
puerto comercial continental en el Caribe recibió migración constante de
foráneos, entre ellos algunos franceses. Lo mismo sucedió en Venezuela donde ya
desde finales del siglo XVIII la presencia extranjera en sus costas comenzaba a
hacerse más que significativa. Así lo aseguran algunos viajeros franceses como
Dauxion y Depons, que indican en sus relatos la presencia en distintos sitios
de la capitanía de prosperas colonias de extranjeros dedicados a diversos
oficios –principalmente agricultores, comerciantes y artesanos–.
En las costas del
Pacífico suramericano, actuales Perú y Chile, encontramos a algunos franceses dedicados
principalmente al comercio y el artesanado. Algunos se mantuvieron allí con
permisos debido a las concesiones comerciales otorgadas a raíz de la Guerra de
Sucesión.
En el río de la
Plata también se observan algunas colonias de extranjeros, especialmente
franceses, que se asentaron desde finales del siglo XVIII.
También existieron
periodos en que los franceses fueron censados, perseguidos y expulsados por
distintos motivos. Uno de esos momentos fue después de la década de 1790, cuando
la revolución había triunfado en Francia y amenazaba con expandirse. De esta
forma los franceses fueron considerados como subversivos, peligrosos y mirados
con desconfianza en todas las posesiones territoriales españolas en América.
Entre otras medidas se censuró todo material impreso, procedente de este país y
de otros de Europa, que contenga alusión a los liberales, filósofos ilustrados,
propagandistas y enciclopedistas revolucionarios.
Por ejemplo, con
los sucesos de Santa Fe de 1794 las autoridades monárquicas ordenaron buscar
los panfletos y destruirlos, además se promulgaron medidas restrictivas contra
los franceses residentes en el territorio. En Venezuela, donde la colonia de
franceses era mayor, el capitán general de Caracas, Manuel de Vasconcelos,
propuso la expulsión de los franceses residentes que fueran solteros y no
tuvieran cédula, permiso real o empleos útiles. Igualmente proponía que se
formasen listas de todos los franceses presentes que se encuentren casados con
españolas criollas, tengan permisos especiales o empleo. En el censo se debía
preguntar por sus apellidos, tiempo de residencia y casamiento, hijos que
tuvieren, oficio y en especial por su conducta.
Pese a las
precauciones de la corona española el apoyo francés a la revolución
hispanoamericana fue decisivo. Fue alta la presencia de individuos de este origen
enrolados en los ejércitos rebeldes, logrado en parte por la política de apoyo
de Napoleón, pero sobre todo gracias a la publicidad que el movimiento
revolucionario tomó a nivel internacional por la acción de sujetos como
Miranda, Nariño, Gual y Zea, entre otros reclutadores de armas y hombres y
promotores de la revolución.
Por ejemplo, Baralt
y Díaz afirman que en 1812 “de solo franceses se formó un cuerpo que se puso a
órdenes del coronel Ducayla”, pero en especial fue alto el servicio de
oficiales de este mismo origen: Labatut, Chatillon, Lemer y Dufour, y muchos
otros que después de la capitulación de Venezuela pasaron a prestar sus
servicios en Nueva Granada.
Así los agentes de
las nuevas repúblicas estuvieron dedicados al reclutamiento y compra de armas
en las Antillas francesas y en las ciudades de migración francesa de
Norteamérica. Por ejemplo, en 1813 el gobierno de Cartagena, según Sergio Elías
Ortiz, había contratado en las Antillas a un número importante de extranjeros,
entre los que sobresalían los mercenarios franceses, con el fin de organizar
las tropas de la República.
De esta manera
centenares de franco-antillanos y de franceses europeos terminaron enrolados en
los ejércitos independentistas suramericanos. Estos participaron como soldados,
tripulantes de las naves corsarias y formaron la infantería que acompañaron
cuerpos completos de mercenarios, y además formaron parte de los distintos
batallones de infantería, caballería y artillería.
Con la
consolidación de la emancipación se establecen varios proyectos para la
inmigración de extranjeros, con el ánimo de establecer industrias, revitalizar
el comercio y formar colonias agrícolas. En lo que respecta a los franceses, la
propuesta fue bien recibida por este colectivo, especialmente para establecer
en Santa Marta como la propuesta que hizo el geógrafo francés Elisée Reclus,
para la explotación agrícola y migración francesa de en esta región y la de Jean-Elie
Gauguet, a quien se le concedieron 2.500 hectáreas de baldíos, sobre la ribera
del río Santa Clara, en la región de la Sierra Nevada, a fin de establecer una
colonia francesa de unas 100 personas, dedicadas al cultivo del trigo y de la
viña.
Otros frentes de
migración francesa importante son el comercio, la sastrería, panadería, el desarrollo
de trasportes (ferrocarriles, tranvía y primeros automóviles), la formación de
industria y en especial, en regiones como Antioquia, sobresale la presencia de
mineros e ingenieros de esta nacionalidad.
Franceses y
vasco-franceses en Antioquia
En el caso de
Antioquia desde épocas coloniales el Urabá fue el principal punto de
concentración de franceses y otros extranjeros que se establecieron de manera
clandestina, la mayoría piratas y comerciantes que establecieron relaciones con
los indios kuna. En especial en el siglo XVIII aparecen otros individuos que vinieron
por ser considerados súbditos del Imperio Español o que tuvieron permisos de
residir en sus posesiones ultramarinas. Entre estos encontramos apellidos como:
Bucli, Eusse, Guiral, Girardot, Julianis, Lafaurie, Sajus, Roche y Ubalde,
entre otros.
En el siglo XIX la
llegada de franceses en Antioquia es mucho más numerosa que en épocas
anteriores. A inicios del siglo XIX comienzan a llegar los primeros franceses
cuando el Estado Soberano de Antioquia, independiente de España desde el 11 de
agosto de 1813, en cabeza de su presidente dictador, Juan del Corral, contrató
los servicios de civiles y militares extranjeros para armar e instruir las
fuerzas militares de la República.
Acudiendo a este
llamado vinieron, en 1814, algunos extranjeros empleados para fortificar el
territorio, fabricar pólvora y armas, acuñar monedas, formar bandas militares
de música y crear escuelas de instrucción militar. Entre este grupo de
mercenarios contratados sobresalen los franceses: Emmanuel Serviez y Joaquín
Lamot, veteranos de las guerras napoleónicas que se enrolaron, el primero como
asesor militar de la recién fundada Escuela de Ingenieros Militares de Medellín
y el segundo para formar e instruir la primera banda militar musical. También
se contrataron algunos oficiales y suboficiales franceses que respondían a los apellidos:
Dufour y Blanquicett, entre otros.
Una vez
consolidada la Independencia vino a Antioquia una misión científica establecida
por recomendación del prusiano Alexandre Von Humbold, en la que participaron
los franceses Jean Baptiste Boussingault, Francois Desiré Roudin, Justin
Goudot, Jacques Bourdon y Mario de Rivera, peruano emigrado de Francia donde se
había culminado sus estudios.
En la segunda
mitad del siglo XIX se produce una nueva oleada de inmigrantes franceses que
vinieron a Antioquia gracias a las actividades extractivas de oro y al comercio
que se estableció en la región. En el Sur de Antioquia se fundan varias
compañías mineras en la que participan como socios, ingenieros y trabajadores
como: Adolfo de Gaisne de Bourmont, Adolphe y Paul de Bedout, Augustin de
Colleville, Henri Brèche, Eugène Lutz y Charles Saffray, entre otros. En el
comercio también sobresalen los franceses como por ejemplo la sociedad
comercial que constituyeron en 1856 los hermanos Pierre y Pierre Xavier
Monnier, bautizada “Societé Bedout Monnier et Compagnie”.
A finales del
siglo aparecen algunos capitalistas franceses (Vellut, Monvoisin, Coincy y
Moulle), mineros importantes fueron (Destouesse y Rossi), ingenieros (Mercier, Demangeon,
Degoutin y Stegeman) y otros individuos que cumplían oficios liberales como: Soulier,
Berthe, Fredureau y los hermanos Gouzy, entre otros.
Los vascos del "Pays Basque Nord"
Iparralde, Ipar
Euskal Herria, País Vasco del Norte, País Vasco francés, Pays Basque o
Pays Basque Nord, es un territorio histórico ubicado entre el Golfo de Vizcaya
y el Norte del Pirineo, en el actual departamento francés de Pirineos
Atlánticos. En la actualidad se reconocen como territorios vascos las
provincias de Lapurdi, Zuberoa y Baja Navarra, pero en un concepto más amplio
está enmarcada en una macro región actualmente denominada Aquitania, y que en
la época romana fuer reconocida por estos como los gascones, de donde a su vez
deriva la palabra Gasconia, Wasconia o Vasconia, en referencia a los
territorios donde se asentó este pueblo milenario.
Las tres
provincias del norte mencionadas se inclinaron desde muy temprano a la
inmigración, viajando por millares desde el puerto español de Pasajes
(Guipúzcoa) y de los franceses de Bayona y Burdeos. Lo que dio a los vascos
gran fama de andariegos, pues fueron actores significativos en la migración
masiva y organizada que se dio a partir del siglo XIX y durante buena parte del
siglo XX, encaminada a poblar con colonias agrícolas, peones y trabajadores los
vastos territorios pampeanos de la Argentina, los departamentos Orientales de
Uruguay, las costas de Chile y el interior del Oeste Norteamericano.
En Antioquia los
inmigrantes vasco-franceses representan una comunidad ostensiblemente ínfima en
comparación con su contraparte española, sin embargo, estos y sus parientes,
los bearneses, no sólo estuvieron presentes, sino que se destacaron en todos
los ámbitos del quehacer antioqueño, convirtiéndose en una parte muy importante
de la sociedad.
Encontramos sobre
todo algunos migrantes cuya principal característica era ser hombres solteros y
jóvenes, entre campesinos, trabajadores, artesanos y comerciantes.
De los anteriores tomamos
como vasco-franceses por su lugar de nacimiento y origen los siguientes sujetos
que vinieron en la época colonial: Juan Ubalde, Gaspar de Guiral y Urrutigoiti,
Miguel de Sajus, Pierre Lafaurie y Miguel Bucli Becarte.
En el siglo XIX
encontramos otros individuos que acusan un origen vasco-franceses a los siguientes
individuos: Juan Pedro Darthez, Agustín Horment, Julián Rachou, Jean Marie y
Joseph Moulédoux, Manuel Vicente de la Roche Marizancena y Henri Destouesse.
En el siguiente
siglo XX en la inmigración francesa tiene un mayor auge, sin embargo, los
censos solo mencionan las cifras de extranjeros y por nacionalidades conociendo
poco sobre los orígenes y datos de nacimiento de los inmigrantes. Solo se
conservan las biografías de algunos individuos que lograron alcanzar una posición
destacada en la sociedad. Es el caso de Carolina de Hazard, una francesa nacida
en Biarritz y que vino a principio de siglo con su esposo y familia, y con una veintena
de mineros, posiblemente de la costa vasco-francesa, quienes, al inicio de la Primera
Guerra Mundial, tuvieron que prestar el servicio militar y marcharon a Europa
dejando a Carolina a cargo de las minas y negocios.
Por último, se anota una lista de apellidos de franceses establecidos en la región, muchos de los cuales no se tienen datos de origen. Es posible que entre ellos puede haber algunos individuos de origen vasco o bearnés: Alacouque, Amours, André, Barbier, Bedout, Berlire, Berthe, Bertrand, Bodin, Bonnet, Bossement, Bouhot, Bourdo, Bourmont, Boussingault, Boyne, Brèche, Brisson, Brugnelly, Bucli, Buhot, Callón, Carré, Coincy, Colleville, Constaín, Coymat, D`Espagnat, Darthez, Degoutin, Demangeon, Désiré, Destouesse, Dieu, Dujardin, Durand, Eusse, Fety, Fourquet, Gartner, Girardot, Goudot, Goyzy, Gros, Guelle, Horment, Julianis, La Roche, Lagoeyte, Lamot, Laneret, Lanfranco, Larroche, Lauton, Laval, Le Moyne, Lebrun, Lutz, Melant, Mercier, Mollien, Monnier, Monvoisin, Mouledous, Moulle, Naud, Navech, Ney, Noguerol, Polan, Rachou, Reclus, Reduet, Reynel, Rizart, Rossi, Roulin, Saffray, Serviez, Soulier, Stegeman, Tibon, Tisnés, Ubalde, Vellut, Voinchet y Vonchet, entre otros.
Autor: Jon Erreka
2 comentarios:
Hola, soy descendiente de HENRI DESTOUESSE, mencionado en su artículo.
Me siento muy emocionado con sus comentarios. Estoy tratando de reconstruir el árbol genealógico y me gustaría saber mas sobre esta parte de mi historia familiar.
Cordialmente JOSE ALBERTO VASQUEZ DESTOUESSE
Hola, lamentablemente poco sabemos sobre este inmigrante. Si encuentras información esperamos que la compartas con nosotros. Un saludo
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