domingo, 20 de abril de 2014

VASCO-ARGENTINOS EN MEDELLÍN: TANGO, FUTBOL Y PARRILLA

Continuando con la serie sobre los argentinos de ascendencia vasca migrados a la ciudad de Medellín, de la que ya hemos hablado bastante sobre el ciclista, entrenador y comentarista deportivo Julio Arrastía, apodado “el vasco”, encontramos en esta población algunas curiosidades que ameritan dedicarle unas cuantas líneas más.
No vamos a hablar de argentinos con apellidos vascos, pues apellidos vascos hay regados por toda América, especialmente aquí en Antioquia, donde el fenómeno es tan común que sólo mirando la guía telefónica encontramos que más de la mitad de las familias allí registradas son poseedoras de apellidos vascos.
La aclaración porque para ser vasco en América no basta sólo con portar un apellido que acuse raíces del arcaico y mágico euskera, sino que además se requiere ser consciente de ello, hacer un acto de reflexión, un esfuerzo por dotar de significado y sentido a una identidad extraviada, casi siempre caduca a la tercera generación. –conclusión a la que llegué después de haber conocido a Germán Isaza Echavarría en una conferencia sobre los vascos en Antioquia, en la que expresó un conocimiento de sus ascendentes al punto que sabía datos de las diez generaciones de Isazas y las once de Echavarrías que han pasado desde que vinieron de Euskal Herria a tierras antioqueñas–. 
Pues bien, además de argentinos con apellidos vascos los individuos que traigo a mención, pese a ser en algunos ya lejano su ascendente, acusaron, casi como el señor Isaza, una fuerte conexión con lo vasco.