La tertulia que se
estableció en Santa Rosa, en el Valle de los Osos, norte de Antioquia, puede
ser la asociación familiar más antigua de la que se tenga noticia en
Hispanoamérica, en la cual los descendientes de la familia Zuláibar se reunían para recordar y
mantener vivos los vínculos que los ataban a las provincias de donde eran
originarios sus ancestros.
Esta especie de cofradía
se estableció en la década de 1820, época en la que afloraron las tensiones
políticas a raíz de la guerra de Independencia, situación que llevó a esta red parental a ser mirados
con desconfianza y señalados como sospechoso de ser fieles al monarca español, práctica
que en época de guerra era tipificada como un delito grave contra la República.
Desde 1813 cuando bajo
el mandato del dictador Juan del Corral, Antioquia declaró su Independencia
absoluta de España y se proclamó como una República, libre y soberana, con separación
de poderes, ejercito propio y control territorial, la familia Zuláibar,
provenientes de Zenauri, Vizcaya, no disimularon en tiempos su afecto
a la monarquía y a los territorios peninsulares de donde eran originarios. Esto por ejemplo le
significó al comerciante vizcaíno José María Zuláibar, ser condenado al presidio,
pues todo europeo que no se declarara adepto a la Independencia y que mostrara opinión
favorable a su patria de nacimiento, era susceptible de ser castigado con medidas
como la confiscación de propiedades, la expulsión del territorio, la cárcel o pena
de muerte.
La declarada
afinidad hacía el régimen monárquico y en especial hacia el señorío de Vizcaya,
se puede observar en que, a partir del ascenso de la República, estos pusieron
todos los medios a su disposición para restaurar el poder real en Antioquia, siendo
colaboradores de las tropas que penetraron la provincia bajo el mando de
Warleta. Igualmente, su inclinación hacia el Imperio español se observa en
1820, cuando tras la entrada victoriosa del joven Córdoba, hijo de la
provincia, los descendientes varones de la familia Zuláibar, a la cabeza de su
padre, armaron en el norte de Antioquia una cuadrilla de realistas que se sumaron
a los reductos que quedaban de las tropas del Rey desplegadas sobre el río Magdalena,
sobre la provincia de Cartagena y la de Santa Marta.
Paralelo a la lucha
armada protagonizada por José María y sus hijos mayores, las mujeres de este
clan emplearon otras formas de resistencia como por ejemplo la simbólica, aferrándose
a sus sistemas de creencias y valores trasmitidos por sus ancestros. Esta
afinidad hacia el Rey y los territorios peninsulares sobre los cuales tenían vínculos parentales, era tomada como una acción hostil por parte del gobierno recién instaurado, motivo por el cual, José Manuel Restrepo, nacido en la provincia quien ejercía como
ministro de la República de Colombia (actuales Venezuela, Colombia, Ecuador y Panamá), envió
una notificación pública en 1820 a las señoras Zuláibar, en la cual les advirtió
que de continuar difundiendo las ideas monarquistas en la provincia, estas podrían
ser perseguidas y ajusticiadas sin tener consideración de su condición de
mujeres.
Una vez perdida
militarmente la provincia los vástagos varones de la familia Zuláibar: José
María y sus hijos Julián, Wenceslao, Jenaro y Joaquín, son perdonados por el
gobierno republicano por el delito de apoyar la restauración monárquica. En
esta decisión influyó la intermediación de algunos de sus paisanos, parientes y
socios comerciales, en especial las familias Montoya, Barrientos, Uribe y
Santamaría.
Son nuevamente
las mujeres, Josefa y Mercedes, quienes después de 1822 continúan resistiendo a
la pedagogía republicana y su intento de extirpar cualquier muestra de afecto hacia
el régimen español. Estas señoras formarían una tertulia, propia de las nuevas
formas de sociabilidad establecidas en el periodo decimonónico, en la cual se reforzaba
la adhesión a la patria de sus ancestros. Por ejemplo, en esta asociación de
tipo familiar se narraban a sus contertulios, entre vecinos, amigos y familiares,
las hazañas e historias de los bravos vizcaínos. Así lo afirmó uno de sus nietos,
el escritor Estanislao Gómez Barrientos, quien en 1913 subrayó lo siguiente en referencia
a los vínculos que las Zuláibar tenían con sus ancestros vascos:
Hablando
con los suyos, se complacía en referirles algo de lo concerniente a las
tradiciones, usos y costumbres del famoso Señorío de Vizcaya, que era la patria
de su padre, y su narración venía a ser sobremanera interesante cuando relataba
los hechos honrosos de los ilustres caudillos terrestres y marinos de la tierra
vascongada, sin olvidar los gloriosos y amados fueros del Señorío, con sus
Juntas o Asambleas generales que se reunían periódicamente alrededor del
frondoso y secular roble de Guernica, y la incorporación condicional con los
dominios sujetos a la Corona de Castilla, y la general y digna compostura de la
familia vascongada en las anteiglesias y alegres caserías de cerros y valles,
las costumbres patriarcales, honradas y sencillas y las demás virtudes
características de la altiva raza eúskara; la intrepidez de los antiguos
marinos vizcaínos y guipuzcoanos, quienes al cabo de la arriesgada navegación
iban al santuario de Begoña o al de Nuestra Señora de Aránzazu a manifestar su
gratitud a la Santísima Virgen "Estrella de los Mares".
Aunque esta asociación
no se constituyó formalmente ni a través de estatutos, ni adquiriendo personería
jurídica, y solo se sabe que existió a través de fuente oral, memorias
escritas y algunos documentos más, puede ser tenida como uno de los espacios
más antiguos donde se socializaban al calor del hogar, entre familiares e
invitados, las historias del antiguo señorío de Vizcaya. Esta asociación se dio
incluso antes de que los vascos comenzaran a migrar y establecerse masivamente por todo el continente, especialmente en los países del cono Sur. Esto además expondría para el caso de Antioquia, región donde no fue masiva la migración vasca durante el periodo decimonónico, que la valoración que los antioqueños
tienen por los vascos, definiéndolos como el pueblo que más aportó a la creación
de su ethos, proviene justamente de aquellas familias de este origen que, tras la separación con
los territorios peninsulares, continuaron recordando sus orígenes, manteniendo
sus tradiciones y valorando su pasado, preservando a lo largo del tiempo los vínculos con las antiguas provincias
vascas.
Autor: Jon Erreka
2 comentarios:
La identidad vasca no nace, como dicen los que la niegan, de un capricho o invención de unos señores bilbaínos casi contemporáneos nuestros. Si nada más que eso hubiera sido el sentimiento vasco de identidad ya habría desaparecido con el desarrollo de la modernidad. Y la verdad, lo estamos comprobando una vez más a través de la euskal etxeas como la Antioquia, no es como la personalidad, la diferenciación de los vascos, continua hoy tan robusta como cuando las tribus de Euskal Herria resolvían sus problemas bajo un árbol y constituyeron el reino de Navarra. Luego esa identidad se marcó en Fueros y, en las lejanas tierras de América, en Cofradías –casi todas bajo la advocación de la virgen de Arantzazu; cofradías del siglo XVII que fueron el embrión de las actuales Euskaletxeas que nosotros representamos.
Existen testimonios muy antiguos que los vascos de reunían en ciudades como Potosí y posteriormente en Lima. Esta última fundada el 13.02.1612. A diferencia de las cofradías fundadas en América, la de Lima mantuvo el estatus de Hermandad. Lo que evito interferencias del clero y del poder real. Hoy en día ese modelo, llamémoslo asociación, es base de los estatutos de Arantzazu Euzko Etxea Lima. No le debemos nada al clero ni al poder real. Somos confecciónales por tradición y seguidores del pensamiento del lehendakari Agirre –de ese de PNV confesional– que se ha ido diluyendo en estos tiempos nuestros.
La participación de destacadas familias de comerciantes vascos, en la historia fundacional de América, es extraordinaria. Como testigos de la conmemoración de los 400 años de la hermandad de Arantzazu de la cual mi abuelo y padre fueron gestores, me hace recordar que la fundación fue hecha por euskaldunes, familias, que se reunieron por el paisanaje y por el euskera, por el sentimiento de la otredad.
Desde Arantzazu Euzko Etxea Lima, fundada por euskaldunes el 13.02.1612, en el sentimiento del Lehendakari Agirre, reciban nuestros más cordiales saludos.
Iñaki Bazán
Oiga 1948.2017
Muchas Gracias por el comentario es muy enriquecedor pues siempre hemos mirado el fenómeno de la presencia vasca en América más allá de las oleadas masivas de inmigración extranjera producidas en el continente desde mediados del siglo XIX y durante gran parte del XX. Para nosotros no deja de ser menos interesante la inmigración en la era colonial y como esta generó en algunos lugares un arraigo de tal magnitud que sobrevive hasta nuestros días. Igualmente lo que hemos llamado la otra inmigración en la era moderna, siglos XIX y XX, caracterizada no por las grandes masas desarraigadas que inmigraron y se concentraron en puntos concretos del continente, sino la migración selectiva y la pequeña migración en lugares que tradicionalmente no son valorados por que con respecto a los nombrados casos estos países recibieron población extranjera de los orígenes señalados numéricamente fútil. Este es nuestro caso y el de muchos países de América Latina sobre cuya aportación vasca migrante es prácticamente desconocida por no haberse instalado de manera masiva sino selectiva.
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