viernes, 19 de julio de 2013

LA RELACIÓN VASCO-ANTIOQUEÑA EN LA POESÍA PAISA


En Antioquia es muy común encontrar en las letras de sus más conspicuos y modestos escritores, referencias, menciones y relaciones a la presencia vasca en la región. En esencia hablan de nobles e hidalgos vascongados venidos a estas tierras como pobladores, colonizadores y fundadores de pueblos. Aventureros que migrados en estos parajes para dedicarse a las actividades comerciales y empresariales, pero también a la agricultura, la minería, la arriería y todas aquellas labores que requerían un trabajo esforzado, fundamental para habitar estos agrestes montes, selvas y valles andinos. Luis López de Mesa diría al respecto que aquellos que osaran adentrarse en estas “selvas y lomas abruptas” eran gentes valientes, rudas, testarudas y laboriosas pues el medio físico antioqueño “no era aperitivo de pusilánimes”, ni de especuladores, ni mucho menos holgazanes.
Muchos autores antioqueños y extranjeros consideraron que el medio físico moldeó el carácter de los antioqueños haciéndolos fuertes y hábiles para enfrentar las adversidades. De ahí que se ha señalado en la preponderancia del pueblo antioqueño la mezcla del indígena catio y el vasco peninsular, ambos a su modo habitantes de montaña defensores de su autonomía y de su cultura ancestral.
Esta descripción idílica de los antioqueños ha sido empleada en la literatura regional de una manera asidua, y aunque no es nuestro propósito ahondar en los orígenes de esta especie de mito fundacional de la antioqueñidad, ni mucho menos identificar sus verdades o falencias, si es de nuestro interés mostrar como este discurso nos ha acompañado en los 200 años de independencia, junto a los ya 500 años de existencia como pueblo histórico producto de la hibridación entre peninsulares y nativos americanos.
En esta ocasión visitamos el blog “un arriero cantinflesco” de Santiago Henao, un poeta aficionado que se describe así mismo como “un antioqueño loco, desquiciado y con ataques esquizofrénicos de poeta” que además tiene “aires de valiente independentista y delirios de ganador del nobel”.
En su obra nos llama la atención la mención del elemento vasco y lo tomamos como categoría de análisis para indicar la importancia que este pueblo del pirineo ha tenido en su similar andino.
Para empezar si nos acercamos al poema titulado Mi Orquídea observamos la siguiente mención a lo vasco.

Esa orquídea paisano
Para explicar su belleza me quedo escaso
Tiene ese embrujo Emberá y africano
Con el hechizo del antiguo vasco

La orquídea como flor mágica característica de Antioquia recibe atribuciones en el poema con elementos místicos que no hayan explicación ni siquiera en la conjunción de tres continentes.
Continuando la búsqueda por el blog encontramos en la poesía Sus Besos Son Mi Revolución la siguiente descripción que hace mención a lo vasco.

No me mire así compañero
Déjeme le explico lo que paso en el peñasco
Imagínese que me robo el corazón
Una princesa de una sonrisa de vascos

En esta confesión entre dos camarada uno de ellos comenta que la revolución languidece ante la cautivadora sonrisa de una mujer de sonrisa vasca. Una obra más llamada Fe de Erratas relaciona esta poesía con otra más, dando a entender la intención de ocultar lo que es prohibido, ya que nada puede ser más importante que la propia revolución; por ello el poeta enamorado disfraza sus palabras para ocultar lo sucedido en aquel peñasco.

En la línea “Princesa con sonrisa de vascos”
Léase “Joven de los sentimientos escasos”
Dejando así a ese comandante
Como si nada hubiese sucedido en el peñasco

En otro titulado Poema De Luna también emplea la mención del vocablo vasco; a estas alturas encontramos que dicha mención no es casual como parecería a simple vista. Esto es una confirmación de que para el autor es relevante emplear en su obra la mención de la relación vasco-antioqueña.

Luna vasca y andaluza
Que en las alturas fulguras
Dame tu luz como escudo
Y tus estrellas como armadura

En su poema A La República De Antioquia se encuentra de nuevo la mención a los ancestros vascos en una relación a una Antioquia de antaño elaborada por un lugareño que pide se le comunique con los arrieros y demás personajes representativos de la cultura paisa, mestiza y cafetera.   

Cuénteles que los espero en los cafetales con mis amigos africanos
Coménteles que me encuentro durmiendo en el cerro tuza
No se le olvide decirles que me fui con mi mujer indígena
Y que me traje a mis padres vascos, en una mula andaluza

Con estas pequeñas alegorías las letras regionales antioqueñas parecen despertar de un letargo casi centenario, con todas sus características, sus mitos, rituales y símbolos. Por ejemplo pervive en ellas aquel elemento vasco que nunca fue ajeno en la literatura antioqueña. Este ímpetu por resistir al ostracismo al que las condenamos, es una clara muestra de su negativa a desaparecer, de su obstrucción al camino apisonador de la masificación. Su afán de perseverancia indica su intención de cultivar creencias, mitos, símbolos y ritos de los ancestros; apropiarse y apostarle a una descripción que se unta de pueblo, saturada de folclor, atestada de costumbres y tradición.
Sin duda se trata de una realidad que molesta a la estandarización de la cultura pues impide los puentes de sincretismo con las culturas hegemónicas. Sin embargo estos discursos regionales continúan allí como arquetipos dormidos que de vez en cuando despiertan para incomodar a los aglutinadores, unificadores, simplificadores y masificadores de culturas menores.
Autor: Jon Ricaurte

1 comentario:

Santiago Henao C. dijo...

Un honor inmenso, gracias infinitas por la publicación y la buena critica, es bastante enriquecedor sentirse tan bien apreciado en su obra poética. Saludos para Jon y para todos