–Cuando
me preguntan: Amá, ¿qué es el almuerzo? Yo contesto: Agua molida con viento
raspao y la sobremesa es mirar el atardecer.
La
anterior descripción aparece en una obra de las matronas antioqueñas Tola y
Maruja que con humor describen en La era
Uribe las vicisitudes y percances ocurridos durante el mandato de este presidente
nacido en Antioquia.
Amá
es la voz con la que en Antioquia nos referimos apaciblemente a nuestras madres,
aunque es posible que se trate de un apocope de la palabra mamá, también es
posible que haya sido heredada de los ancestros vascos que poblaron Antioquia desde
la era colonial hasta principios del siglo XX.
Por su parte también se conserva en Antioquia la palabra taita y aunque se dice que esta es una palabra extendida por toda la América, especialmente, la América indígena –referencias en el quechua, guaraní, ingade, entre otras naciones indígenas que se pueden encontrar en la denominada América Hispánica–. Entre estos pueblos los Embera, Katio y Tule, que habitan en la región de Antioquia, poseen la voz “Taita” en referencia al padre o cabeza de familia. Por ejemplo cerca del Darién es posible encontrar en crónicas de conquista del siglo XVII, descripciones de un sitio llamado el camino de aita cruzado por un río llamado el río taita –que fue conocido también por los expedicionarios ibéricos como el río Arquía–, y que estaba habitado por indígenas llamados taitaes.
Por su parte también se conserva en Antioquia la palabra taita y aunque se dice que esta es una palabra extendida por toda la América, especialmente, la América indígena –referencias en el quechua, guaraní, ingade, entre otras naciones indígenas que se pueden encontrar en la denominada América Hispánica–. Entre estos pueblos los Embera, Katio y Tule, que habitan en la región de Antioquia, poseen la voz “Taita” en referencia al padre o cabeza de familia. Por ejemplo cerca del Darién es posible encontrar en crónicas de conquista del siglo XVII, descripciones de un sitio llamado el camino de aita cruzado por un río llamado el río taita –que fue conocido también por los expedicionarios ibéricos como el río Arquía–, y que estaba habitado por indígenas llamados taitaes.
Al otro
lado del atlántico encontramos que las palabras euskericas ama y aita, poseen un significado idéntico y una fonética
cercana o relacionable con las voces antioqueñas amá y taita. En el antiguo y mágico euskera “ama” por
ejemplo es empleada para nombrar a su divinidad principal Ama-Lurra o Madre Tierra,
diosa que a su vez es relacionada con Mari, personificación de la naturaleza y
deidad superior de la mitología vasca. En ambas culturas, la vasca y antioqueña,
es de suma importancia el rol que se ha dado a la madre, lo que permite inferir
un traspaso de ciertas características del pueblo del Pirineo al pueblo de los
Andes. Al respecto, citando un escrito actual sobre la influencia del pueblo
vasco en el antioqueño encontramos lo siguiente:
Es atrayente, de
igual manera, pensar que el papel preponderante de la madre o matrona en la
familia antioqueña tenga que ver con el similar papel sociocultural que la
mujer ha jugado entre los vascos, y que la peculiar importancia de la casa
solariega en Antioquia sea una tradición que guarda ecos de la etxe (casa)
vascongada, de donde proceden apelativos como Etxeberri (Echeverri) o Goyenetxe
(Goyeneche). También los vascos, respecto de su casa, sienten ante todo que forma
parte de ellos mismos, antes de considerarla como una propiedad, lo que también admite cierta analogía con el modo de ser antioqueño.
Entre
tanto la palabra aita nos trasporta al mito de Aitor, fundador
del pueblo vasco según el escritor suletino Agustín Chaho (1811 – 1858) en su
obra literaria de 1845 llamada “La leyenda de Aitor”, en la cual se afirma que los
siete hijos de Aitor fueron los creadores de las siete provincias de Euskal
Herria.
Volviendo
a la relación existente entre ambas palabras que hacen referencia a los
progenitores –padre y madre– y que como se mencionó poseen un significado y fonética
similar en el euskera, tenemos que en Antioquia éstas fueron muy frecuentes en
el habla popular de esta región durante el siglo XIX y casi hasta la primera
mitad del siglo XX. Una referencia al respecto la tomamos de Estanislao Gómez
Barrientos, descendiente por parte materna de la familia vizcaína de los
Zulaibar, quien afirmó que a mediados del siglo XIX “A don Francisco
le daban sus nietos el tratamiento de «mi Taita», moda heredada
de los vascongados y por aquel tiempo todavía muy en uso en Antioquia”.
Esta moda que menciona Gómez
Barrientos se puede observar de igual forma en el escritor regional Tomás
Carrasquilla, quien retrató en su obra literaria el habla, costumbres y
sociedad antioqueña decimonónica. En su obra es posible encontrar un trato
asiduo de la palabra Taita, por ejemplo en uno de sus personajes apodado “Taita
Moereno” y en otros pasajes como el siguiente de su cuento llamado El Prefacio de Francisco Vera.
Mi
taita taba ya algo viejo, y no topó con quién golvese a casar. Vivía muy alentao,
pero de presto se jué hinchando, hinchando, hasta que se golvió un botijambre,
y, después de muchas penalidades, se murió el viejito, sin déjame ni un
cuartillo partido por la mitá. Yo quedé con una tía, en la mesma casita de don
Roque, onde los toleraban.
Por su parte la palabra
amá de uso incluso más frecuenta en épocas actuales, y aunque es una palabra
más de la vida domestica es posible también observarla en la literatura, tal es
el caso de Orlando Ramírez Casas en su obra Buenos Aires portón de Medellín.
Se
levantó llorando, y sólo atinaba a balbucear Mi amá, mi amá… Mientras el
publico aplaudía a rabiar al hombre que ha sido más elocuente con el pincel que
con la palabra, y no le ha negado protagonismo a las lagrimas.
Como
estas muchas palabras euskericas habrían sido introducidas en Antioquia como lo
planteó Gómez Barrientos por vascongados, valga el ejemplo de palabras como
coscorria, canilla, entre otras. Muchas de estas fueron usadas en la década del
90 del siglo XIX en los colegios católicos en Antioquia que fueron fundados por
religiosos peninsulares, en donde se contaba como insignes maestros a muchos vascongados. Este traspaso cultural
fue de gran importancia ya que una gran porción de los antioqueños fueron
educados en aquellas instituciones precedidas por religiosos vascos y navarros,
así esta porción de antioqueños que jugaron pelota vasca, practicaron danzas
vascas y realizaron otras practicas de la cultura vasca, vivieron además a
pleno la cultura vasca, haciéndola parte suya, pues era ya muy conocida la
presencia en estas familias de algún abuelo lejano vascongado, fenómeno que se
manifestó especialmente en el predominio de apellidos euskericos encontrados
por estos religiosos vascongados en la región.
En la
segunda mitad del siglo XX cuando los vascos dejaron de migrar a la región antioqueña,
y cuando los misioneros religiosos vascos se hicieron viejos, marcharon a otras
misiones o retornaron a su patria, estas prácticas culturales traspasadas a la
identidad antioqueña y que se reflejaron por ejemplo en el lenguaje comenzaron
a desaparecer. Su desaparición definitiva en el caso de los vocablos vascos en
el habla antioqueña se debió en gran parte por el transito hacía la modernidad,
la apertura de la cultura antioqueña hacia otras culturas y especialmente por
la estandarización del castellano que hizo que algunas palabras fueran mal
vistas, incorrectas, incultas y arcaicas.
Autor: Jon Ricaurte
1 comentario:
Brilante!!! GRacias por este pedazo de investigación!
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